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Cuento

Mi nombre es… 1

2021.02196
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  • Sopla una fresca brisa.

    —¡Oh, se siente muy fresco!

    Esta fresca brisa parece una recompensa por haber soportado todas las dificultades de los últimos meses; el sol brillaba emasiado y la tormenta arreciaba despiadadamente. No comprenderán lo difícil que fue ese tiempo, a menos que hayan tratado de echar raíces. Ni siquiera la amable familia de las libélulas me entendía cuando les dije: “El verano es una estación muy dura”, sin mencionar a la cigarra que no dejaba de cantar, sentada sobre el Sr. Abeto.

    El Sr. Abeto es muy amable. Estoy seguro de que está harto de escuchar el canto de las cigarras, sin embargo siempre les permite posarse sobre él sin ninguna queja.

    Al principio, mi vida en el bosque no era tan difícil. El día que saqué la cabeza del suelo por primera vez, fue un hermoso día de primavera. La luz del sol era cálida, y el suelo era muy blando. ¿Me creerían si les digo que hasta el suelo olía dulce? ¡Pero era así! Cada vez que incrustaba mis raíces en el suelo, los nutrientes se esparcían en todo mi cuerpo. Sabía dulce, limpio y… no sé cómo describirlo con palabras. Cada día era un sabor nuevo. Cuando lo expliqué a las abejas, dijeron: “¡Apostamos a que sabe a miel!”. No conocía el sabor de la miel, pero simplemente dije que sabía a miel porque es lo más delicioso del mundo.

    Hay otros pastos, flores y árboles pequeños que nacieron al mismo tiempo que yo. Todos somos muy buenos amigos. Siempre que encontramos deliciosos nutrientes, cuidamos el uno del otro, concediéndonos mutuamente para poder mover nuestras raíces en esa dirección. Puedo decir sin ninguna duda que esto proviene de nuestro verdadero interés y preocupación mutua.

    Conversamos de muchas cosas sorprendentes hasta que el ocaso tiñe el cielo. Cada vez que hay luz solar rojiza, siento como si me pusiera ropa nueva. No obstante, siento un poco de tristeza porque significa que es hora de dormir.

    A medida que la noche cae a la tierra, las flores y los árboles entran en la noche y nos vamos a dormir con expectativas por el día siguiente, sintiendo la mirada de satisfacción de nuestros mayores que han protegido el bosque durante años. ¡Han estado cuidando este bosque durante años! Sin mencionar que dentro de algunos años, muchos de los mayores habrán estado aquí por decenas de años. ¡Es realmente increíble! Hum… si alguna vez han sido víctimas del verano, sabrán por qué digo que es algo increíble.

    —¡El verano ha llegado!

    Me di cuenta de que era verano solo cuando el Sr. Zelkova me lo dijo. Será mejor que también estén preparados, en caso de que reciban el verano como yo lo hice. Hay muchos cambios en un breve tiempo una vez que se inicia el verano. El suelo blando se vuelve áspero y duro, entonces si no trato de encontrar nutrientes más activamente, no puedo comer mucho como antes. Esto significa que necesito extender mi raíz con mayor diligencia.

    Como las hojas empezaban a caer por el sol abrasador, incluso me sentía desmotivado. Quería quejarme por la rudeza del verano, pero cuando miré a mi alrededor, vi a todos los demás atravesando lo mismo. No era el único que enfrentaba el verano. Pero permítanme contarles algo. El ruido que los insectos hacían todo el tiempo a mi alrededor era realmente insoportable. ¿Y saben por qué? Todos tenían celos del lugar perfecto donde vivía, porque las lombrices de tierra hacían respiraderos por todas partes, pero quién diría que se convertiría en la ruta de una colonia de hormigas. Realmente necesito un poco de tranquilidad para pensar. Es porque puedo hacer provechoso mi día cuando hago un plan diario con un sorbo de rocío de la mañana. Pero desde el comienzo del verano, miles de activas hormigas parloteaban mucho. ¡Uf!, empezaban a moverse sin descanso por todos lados antes del amanecer hasta que salían las estrellas; no me dejaban solo ni un segundo para descansar. Algunas incluso trepaban hasta mi cabeza sin ninguna razón.

    No obstante, este tipo de dificultades no me harían caer. Los miembros del bosque me ayudaron mucho. Mientras más difícil era la situación, estábamos más unidos. Si algunos pulgones atormentaban la azalea real, la Sra. Canela los hacía huir emitiendo su fuerte aroma. Cuando el áster sufría de un golpe de calor, el Sr. Roble extendía sus ramas y le daba sombra, fingiendo no preocuparse. Cada vez que expresaban gratitud, todos decían: “Solo cumplo el deber que Dios me ha encomendado”.

    ¿No es impresionante?

    ¿Quieren saber lo que sucedió entre las hormigas y yo? Bueno, llegué a enterarme de la razón por la cual las hormigas iban y venían ocupadas todo el tiempo. Oí que el invierno se acercaba, y que ellas tenían que recolectar la mayor cantidad posible de alimentos para que toda la familia hormiga pasara un invierno abrigado. Tuve compasión de ellas porque estaban trabajando muy duro incluso en una estación calurosa con esa esperanza, y decidí apoyarlas. Una vez que lo decidí, obtuve muchas cosas. En primer lugar, hice muchos amigos. Como las hormigas entrecruzaban todo el bosque, podía enterarme de muchas cosas que ocurrían en otras partes. Esto me ayudó a aprender mucho; también me enteré de que iba a llegar una estación fresca una vez que se fuera el caluroso verano. Esta ya era una noticia increíble. Pues bien, el frío viento no empezó a soplar hasta que sufrimos por un tiempo bajo el sofocante sol y fuimos golpeados fuertemente por una intensa lluvia durante unas semanas y sufrimos nuevamente por el calor abrasador algunas semanas más.

    También tuvimos tormentas; todavía recuerdo vívidamente con cuánta firmeza me sujeté del suelo para no ser arrastrado por la lluvia torrencial. Además, recuerdo haber estado tenso, preocupado de que pudiera ser arrancado por la tormenta. Este fue el verano que pasamos.

    Sin embargo, lo que más me atormentó no fue el sofocante calor ni tampoco la intensa lluvia. Fue una pregunta que surgió en mi mente.

    —¿Quién soy?



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