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Cuento

En el campo donde los vientos se quedan y se van 2

2020.11105
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  • Pasó la primavera, hace calor y luego comienza a llover sin cesar en la Alta Alta Alta Montaña. Según Viento del Oeste, la temporada de lluvias ha comenzado. Gracias a la lluvia, el lago en la Colina Eólica se torna más profundo y azul. Después de la temporada de lluvias, continúan los calurosos días de verano con el sol abrasador, y esto hace que Viento del Oeste esté muy ocupado enfriando el calor.

    La ola de calor finalmente pasó y los árboles comenzaron a vestirse de rojo y amarillo. Es otoño cuando toda la montaña se tiñe de hermosos colores. Nací el invierno pasado cuando caían grandes copos de nieve. Así que fue la primera vez que experimenté la primavera, el verano y el otoño. El bosque con hojas de diferentes colores es tan hermoso que todos exclaman, mirando alrededor del bosque. Pero yo solo suspiro. Me siento patético porque todavía no he encontrado mi color, aunque ya han pasado tres temporadas y hasta las hojas diminutas han encontrado su color.

    El clima parece estar de acuerdo conmigo; hace demasiado calor para ser otoño. ¿Volverá el verano? Pero algo no está bien. Decenas de aves vuelan a la vez desde el bosque del este y les siguen conejos, ardillas y ciervos.

    —¡Fuego! ¡Fuego!

    Vuelo hasta la copa de un árbol y miro hacia abajo. Parece que el sol que estuvo ardiendo todo el verano, ha caído en medio del bosque. Las flores y los árboles arden en el fuego voraz. Conmocionado por la enorme llama, no tengo ni idea de qué hacer.

    De repente, algo pasa por mi mente. ¡Es la Sra. Pino, que no puede huir porque tiene sus raíces bajo tierra! Salto al fuego. Es el primer momento en que me siento agradecido de haber nacido como viento, porque ni el fuego puede lastimarme.

    —¡Sra. Pino, Sra. Pino!

    Cuando llego a la Sra. Pino, me quedo sin palabras. Su largo tronco y ramas que se extienden hacia el cielo y sus verdes agujas se han quemado, y es difícil reconocerla.

    —Sra. Pino, ¿está bien? ¡Resista! Apagaré el fuego.

    Soplo su cuerpo con toda mi fuerza para apagar el fuego que la rodea. Pero cuanto más soplo, más se expanden las llamas en su cuerpo.

    —Brisa, estoy bien. No es algo que puedas hacer.

    La Sra. Pino apenas puede hablar. Antes siempre se mostraba confiada y calmada, pero ahora su voz suena muy débil. Me duelen sus palabras: “No es algo que puedas hacer”.

    —Sra. Pino, traeré al hermano mayor Tifón. Por favor espere un poco.

    —¡No, no! Brisa, ¿puedes hacerme un favor?

    Aunque le digo que le diré a Tifón y traeré una nube de lluvia, ella no me deja. En cambio, me envía a lo alto de su copa y dice:

    —No me importa convertirme en cenizas. Pero, por favor, ayúdame a dejar al menos esto. Necesito tu ayuda. Por estas he echado raíces aquí. Son todo para mí.

    Las semillas que tienen alas en los conos de pino que han florecido, están a punto de volar. La Sra. Pino contiene la respiración para proteger las semillas de las llamas que la lastiman como un látigo afilado.

    —Hay otros árboles y flores que abrazan semillas como yo. Por favor ve y salva esas semillas. Ayúdales a brotar en una nueva tierra. Esto es algo que solo tú puedes hacer. ¡Ese es tu trabajo!

    ¡Mi trabajo! Esto es algo que solo yo puedo hacer, ¡algo que debo hacer! Siento una especie de calor que se enciende en mi corazón. Pongo sobre mí con cuidado las pequeñas semillas que acaban de salir de los conos de pino. Y le digo adiós con voz llorosa.

    —Sra. Pino, muchas gracias. Lo siento mucho. Perdón por no quedarme con usted hasta el final…

    —Gracias por tu paciencia, Brisa. Estoy muy feliz de que estés haciendo el trabajo que tus antepasados realizaron durante miles de años en la tierra. Es de esto de lo que debes sentirte más orgulloso de hacer como viento. Cuida bien de las semillas. ¡Ahora ve!

    Asiento con la cabeza y comienzo a volar en la dirección en la que han corrido los animales.

    —¡Pum!

    Escucho a la Sra. Pino caer mientras su parte inferior se quema. Dejo de volar por un segundo, pero no miro atrás, sino que vuelo y avanzo. También recibo las semillas de la Sra. Arce y el polen de las flores.

    Veo una escena muy extraña y triste. El dolor de quemarse debe de ser severo, pero todos me saludan y sonríen muy alegremente.

    —En este campo estuvo Ensalada César y se fue.

    —¡Oye, Porker Parker, te dije que no te burlaras de mi nombre!

    —¡Oye Ensalada César, no me llames Porker!

    Cuando desapareció el sonido de los niños peleando, las semillas de los dientes de león en plena floración sobre el campo se preparan para elevarse al cielo.

    —No perderé a ninguno de ustedes. Los llevaré a todos a una nueva tierra donde puedan brotar.

    Solía desear haber nacido como una flor, pero renací en el fuego que devoró el bosque del este hace unos años. Ahora abrazo las preciosas vidas y las esparzo por todo el mundo. Soy un viento muy feliz. Soy Brisa, un viento verde que se asemeja a las grandes montañas con flores, césped y árboles.
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