En Sion, sembramos semillas de limón. Todos pensábamos que pocas crecerían, pero una diaconisa dijo: “Tal vez solo broten dos o tres, pero ¡cuidémoslas con amor!”, así que sembramos todas las semillas de un limón.
Después de un largo tiempo de espera, las semillas crecieron y nos dimos cuenta de que habían nacido catorce plántulas de limón.
Así también, confiando en nuestro Padre y nuestra Madre celestiales, sembraré las semillas del evangelio cuidándolas con amor y paciencia hasta que nazcan muchos bonitos frutos.