Iniciar sesión
Menu

Entendimiento

Honra a tu padre y a tu madre

2021.04404
  • Tamaño de letra



  • No conversaba con mi padre físico en casi cinco años debido a una discusión que tuvimos. Me dije a mí mismo que no lo necesitaba y por esa razón dejamos de hablar.

    Posteriormente, mientras veía un sermón en vídeo, escuché cómo debemos tratar a nuestra familia física. Comprendí que, así como tratamos a nuestros padres físicos, tratamos a los Padres celestiales. Mi corazón comenzó a agobiarse y no pude contener las lágrimas. Recordé que no había manejado bien la situación. Mientras reflexionaba, me di cuenta de mis pecados contra mi padre físico y también contra nuestros Padres celestiales.

    Mi orgullo y arrogancia se apoderaron de mí y justifiqué fácilmente mis acciones. No solo traté a mi padre físico con falta de respeto, sino que también fui arrogante e irrespetuoso con mis Padres celestiales. Mis oraciones durante años fueron nada menos que robóticas y sin sinceridad, y descuidé poner en práctica la Lección de la Madre celestial. Mientras recordaba casi todas las malas acciones de orgullo y arrogancia que había mostrado, mi corazón se rompió en pedazos. En ese momento, supe por qué me había sentido tan distante del Padre y de la Madre celestiales por tanto tiempo.

    Sabía que si quería cambiar y renacer, necesitaba arrepentirme. Sabía que debía lidiar con situaciones incómodas, difíciles y dolorosas para tratar de enmendar la relación con mi padre y, lo que es más importante, también con mis Padres celestiales.

    A medida que se acercaba el Día del Padre en junio, pensé que sería grandioso expresar mis disculpas a mi padre y sorprenderlo con un almuerzo. Decidí escribirle una carta de disculpas. En la carta, le explicaba que todo había sido mi culpa. Y escribí que mis acciones no reflejaban lo que Dios me enseñaba, y que sería una mejor persona llevando una vida de la fe, y que esperaba que él viera mi cambio. Le dije que lo amaba mucho y que lo necesitaba.

    Planeaba leerle la carta antes de salir de su casa después de almorzar. Cuando se acercaba el momento de irme, pensaba muy intensamente, y mi esposa me susurró al oído: “Nos vamos pronto, no tengas miedo, solo léele la carta”. En ese momento, hice algo que no hacía durante mucho tiempo. Me levanté y fui a orar a otro lugar un rato. Le pedí al Padre y a la Madre celestiales que me dieran fuerza para obedecer su voluntad y me permitieran vencer los nervios. Después de mi oración, me dije a mí mismo: “Está bien, hagámoslo”, y comencé a leerle mi carta. Al principio, simplemente se sentó pensando profundamente. Mientras continuaba leyendo, pude ver lágrimas cayendo por su rostro; cuando terminé de leer, mi padre me miró, se puso de pie con lágrimas y me abrazó con fuerza. Sentí que el peso del pecado y mi viejo hombre se quitaban de encima, y finalmente pude respirar.

    En el camino de regreso a casa, me sentí feliz. No puedo hacer otra cosa que agradecer y alabar a Dios Elohim por permitirme comprender todas estas cosas antes de que fuera demasiado tarde. Me esforzaré por cambiar mi carácter. Padre y Madre celestiales, permítanme nacer de nuevo y glorificarlos, dándoles gracias y humillándome.
    Ver más
    Atrás
    Top