Mi papá es incrédulo, así que pensé en cómo podía hacer para que él sintiera el amor de Dios. Y recordé la primera Lección de la Madre.
“Así como Dios siempre da amor, dar amor tiene más bendiciones que recibirlo.”
¡Dar amor! Pensé que debía aprender a dar amor más que recibirlo, así como Dios siempre da amor sin esperar nada a cambio. Mientras pensaba en cómo podría practicar “dar amor”, recordé que a mi papá le gusta el chocolate. Entonces pensé que sería una buena idea hacer galletas en forma de corazón bañadas en chocolate y regalárselas a mi papá.
Mientras las hacía, oré para que no solo fueran unas galletas en forma de corazón, sino que fueran tan dulces y llenas de amor como el corazón de la Madre celestial. Cuando terminé de hornearlas y se enfriaron, las coloqué en una fiambrera y se las entregué a mi papá. Estaba nerviosa. Tenía muchas ganas de transmitirle el amor de la Madre celestial.
Para mi sorpresa, él sonrió ampliamente y me agradeció por las galletas. Conmovido, se dirigió a la cocina y de un lugar escondido sacó un brownie bañado en chocolate y me lo entrego, diciendo: “Gracias por las galletas. Esto es para ti”. Mis ojos derramaron lágrimas.
Recordé a nuestra Madre celestial que nos dio todo su amor incondicional a estos pecadores. Como resultado, sus hijos se conmovieron y volvieron a los brazos de la Madre. Tengo la esperanza de que mi papá también se convierta en hijo de la Madre celestial entregándole el amor que he recibido de Ella.