Jeong Do-hui
Al cultivar flores en Sion, aprendí que cada planta tiene sus propias características únicas y que requieren diferentes composiciones de suelo. Si la composición del suelo no es adecuada para una planta, por más fresca que esté, el agua no se drena bien, atrae insectos, conduce a la formación de moho y crece lento. En casos graves, la planta puede morir. Solo si sacamos las piedras del suelo y lo ablandamos, las plantas pueden echar raíces y crecer fuertes para florecer maravillosamente.
Tales principios de la creación me llevaron a pensar por qué la Madre celestial nos dice que aremos el campo de nuestro corazón. Si realmente queremos cosechar buenos resultados del evangelio echando firmes raíces de fe en Dios, debemos quitar nuestro corazón endurecido como una piedra y suavizar nuestro mal carácter para volvernos humildes y tiernos.
Si miramos las flores en plena floración, nos sentimos muy bien. El Padre y la Madre celestiales también deben de estar sonriendo con gran gozo al ver que sus hijos cambian de carácter para llegar a ser perfectos en obediencia a la palabra de Dios. Realmente deseo hacer sonreír a nuestro Padre y nuestra Madre arando diligentemente el campo de mi corazón y cosechando los resultados del evangelio como hermosas flores.