Debemos pedir primero sabiduría a Dios

“Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es este, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (Hch 9:13-15)

En psicología y economía se utiliza con frecuencia el término heurística. Es un método por el cual, en situaciones de incertidumbre, se decide con rapidez apoyándose en la experiencia o en la intuición en lugar de un razonamiento sistemático. Aunque ayuda a tomar decisiones prácticas con tiempo e información limitados, también puede conducir a conclusiones poco razonables.

Mientras predicaba el evangelio, a menudo pensaba: “En esta situación, lo apropiado es actuar así”, o “en aquella, esto es más eficaz”, dando prioridad a mi propia experiencia. Sin embargo, la obra del evangelio pertenece a Dios. Fue arrogante de mi parte intentar realizarla basándome en mi experiencia y conocimiento, sin pedir primero sabiduría al Dios que guía esta obra.

Este pasaje bíblico muestra cuán limitada es la mente humana comparada con la de Dios. Cuando Dios dijo a Ananías que buscara a Saulo (Pablo) y le pusiera las manos encima, Ananías pensó en sus actos pasados; desde una mirada humana, Pablo solo parecía un perseguidor de cristianos. Pero Dios lo escogió como instrumento para anunciar el nombre de Cristo.

Al leer este versículo, me sentí profundamente avergonzada por haber intentado hacer la obra del evangelio según mis propios métodos, anteponiendo mi experiencia y mis hábitos, sin ver claramente el mundo espiritual. De ahora en adelante, ya sea algo grande o pequeño, deseo ser una persona trabajadora del evangelio que primero consulta al Padre y a la Madre celestiales y pide su sabiduría.