“Algo realmente extraño pasó hace poco”, dijo mi tía de pronto cuando vino a visitarnos después de mucho tiempo. Hace unos días, mientras desayunaba, escuchó un ruido fuerte que provino de la sala. El sonido venía de la pecera en la sala. Resultó que el oxígeno del tanque había explotado. Todos los peces se asustaron tanto que trataron de esconderse detrás de las rocas o plantas. Pero hubo un pez que reunió a los más jóvenes y los rodeó como protegiéndolos. Según mi tía, debe de ser la mamá pez. “Supongo que hasta los peces tienen instinto maternal.” La historia que mi tía contó, me causó una profunda impresión. “… porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.” (Ap. 4:11) Había leído este versículo con frecuencia, pero parece que hoy tiene un significado diferente. Puedo comprender el amor de la Madre celestial a través del amor maternal del pez. En verdad doy gracias a la Madre celestial por protegernos con su infinito amor.