Apenas regresé a trabajar después de unas largas vacaciones, revisé mis plantas. Las regué mucho antes de irme de vacaciones, pero me preocupaba que pudieran haberse marchitado sin el cuidado adecuado. Revisé si los pétalos se habían marchitado o vuelto marrones, si la tierra estaba en buen estado, y si necesitaban más agua. Después de examinar mis plantas cuidadosamente por un largo rato, las regué. Solo entonces me sentí aliviado. Entonces de repente, sentí que las manos de Dios tocaron mi alma. ¡Las manos del Padre y la Madre celestiales que trabajan detrás de escena, guiando mi alma al camino de las bendiciones todos los días! Gracias a su amor conmovedor, mi alma crece fuertemente cada día.
