De repente, un ave cayó frente a mí mientras caminaba con mi compañera de trabajo. El ave batió sus alas, pero no pudo volver a volar. Al escuchar a mi compañera de trabajo que el ave parecía un “vencejo común”, llamé a la Sociedad Búlgara para la Protección de las Aves. Al escuchar la situación, explicaron amablemente. “Los vencejos viven casi toda su vida en el aire. Así que tienen alas grandes en comparación con su cuerpo, pero sus patas no están bien desarrolladas.” “Cuando cae al suelo, es muy difícil que salte con ambas patas para volar. Por favor, llévela a algún lugar alto y empújela ligeramente para que emprenda el vuelo.” Mientras seguía su consejo, el ave voló alto hacia el cielo. Mientras llevamos la vida de la fe, podemos perder la fe o querer rendirnos a veces cuando enfrentamos dificultades. Cuando eso sucede, el Padre y la Madre celestiales nos levantan tendiendo sus manos de amor y misericordia. Deseo que llegue el día en que ninguno de nosotros abandone el camino de la fe y volemos al cielo con la ayuda de Dios.
