La tierra de España en el extremo occidental del continente europeo, es el lugar adonde el apóstol Pablo —que realizó muchos viajes misioneros— no pudo llegar. Hicimos un viaje misionero a Barcelona, España, agregando nuestra pasión a la ansiedad de Pablo.
Antes de partir, hicimos una resolución, pero el muro de la realidad era alto. No podíamos encontrar a nadie que estuviera interesado en los asuntos del alma o de Dios, porque las personas en España disfrutan de su vida recibiendo el apoyo del sistema de bienestar social sin ningún tipo de carencia.
El primer día, el segundo día, el tercero… No habíamos encontrado a ninguna persona que prestara atención a las palabras de Dios incluso después de una semana. Nos agotamos poco a poco. Entonces una miembro comenzó a llorar, incapaz de esconder su ansioso corazón. Mientras la observaba y veía cómo contenía las lágrimas mirando a lo lejos, vino a mi mente el Padre celestial, quien predicó el evangelio solo. Reflexionando sobre el Padre a quien le entristecía que las personas no miraran el mundo de la eternidad, me dolió el corazón con una gran pena.
“En Barcelona debe haber hijos de Dios que anhelen el cielo…”
Deseaba encontrarlos y los extrañaba.
“¿Es este el corazón del Padre y la Madre?”
Mientras pensaba en el corazón de Dios, cambié de mentalidad. La razón por la que la gente rechazó la verdad no fue a causa de su vida cómoda, sino porque nosotros no pudimos entregar la ansiosa voz de Dios. Después de esto, entregué la verdad a un alma tras otra con un corazón ferviente, deseando que recobraran la memoria del cielo y regresaran a los brazos de Dios.
Nuestro sincero corazón debe de haber alcanzado el cielo. El tercer Día de Reposo después de llevar a cabo la misión de predicación de corto plazo, una señora nos visitó.
Era una señora a quien habíamos encontrado en la calle y entregado las palabras de Dios brevemente. Nos contó que enfrentó dificultades poco después de llegar a España en búsqueda de empleo. Así que le era aún más difícil vivir como una extranjera solitaria en otro país. Y sobre todo, extrañaba a sus hijos que había dejado en su país.
“El corazón lleno de anhelo por sus hijos es el corazón de la Madre celestial. La Madre celestial descendió a esta tierra para buscarnos con el mismo corazón.”
La señora comenzó a llorar cuando escuchó las palabras de la hermana, y aceptó con agrado recibir la verdad después de estudiar las palabras de Dios. Había almas buscando a Dios en Barcelona, solo que las conocimos tarde. Aparte de ella, otra hermana recibió la bendición de una nueva vida como un manso cordero después de escuchar las palabras concernientes a la Madre celestial, y otros se acercaron a Dios examinando continuamente las Escrituras. Todos ellos fueron preciosas almas que conocimos en Europa.
Ahora de regreso en Corea, estamos participando en el evangelio de España con oraciones. Así como la cálida luz del sol derrite la tierra congelada durante el invierno, espero ansiosamente que el conmovedor amor de la Madre celestial derrita los corazones congelados de las personas. Como joven como el rocío del alba, me comprometo a completar la misión del evangelio de esta época practicando todos los días el amor de Dios que aprendí en Barcelona.