Soy realmente bendecida. Como si no fuera suficiente la gracia de la salvación, estoy recibiendo hasta el amor de la Madre. Pensé en cómo podía complacer a la Madre, que ha derramado sobre mí grandes bendiciones, y encontré una respuesta perfecta.
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.” (Sal. 1:1-3)
La Biblia nos enseña que una persona que medita en la ley de Dios de día y de noche, es una persona bienaventurada. Así que comencé a estudiar las palabras de Dios al levantarme por la mañana y antes de acostarme por la noche, arrepintiéndome de no haber estudiado más diligentemente las palabras de Dios aunque decía ser una persona bendecida. Como resultado, mi corazón y mi alma se renovaron y Dios incluso me concedió frutos preciosos de evangelio, así como un árbol produce frutos en su estación.
¡Soy realmente bienaventurada!