Cassie Mogilner, profesora estadounidense de mercadotecnia y toma de decisiones conductuales, realizó un estudio sobre la felicidad, dirigido a adultos de entre 18 y 87 años. Según el resultado del estudio, la felicidad que se siente al realizar actividades diarias, como ver películas o dar un paseo, es mucho mayor en personas mayores que en jóvenes. La razón es simple. Los jóvenes normalmente se sienten felices por experiencias especiales como viajes al extranjero o una boda. Por el contrario, las personas mayores se sienten felices con actividades cotidianas como oler la fragancia de las flores en la calle.
Es de destacar que la felicidad, que todos desean, no solo se obtiene a través de algo nuevo. Algunas personas modernas tienen una meta abstracta y se sienten frustradas porque no logran alcanzarlas fácilmente o se sienten desanimadas por una pequeña desgracia. Mucha gente se siente vacía en lugar de feliz, incluso después de cumplir sus objetivos.
No nos aferremos a cómo podemos ser felices. Centrémonos en aquello por lo que podemos sentirnos felices con las actividades diarias. Aunque hoy no hay nada especial y hoy es como ayer, la cálida luz del sol o las gotas de lluvia golpeando nuestros oídos, el viento acariciando nuestro rostro y una taza de té calentando nuestros cuerpos nos llenan de felicidad. Además, la salvación de Dios siempre nos acompaña todos los días. Entonces, no hay razón para no ser feliz. ¿Hay alguien por ahí que haya sido revestido con la gracia de la salvación de Dios como nosotros?