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El Evangelio del Reino en Todo el Mundo

La obra del evangelio cumplida en la Amazonía

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  • En marzo, en Perú se emitió una alerta debido a la pandemia de la COVID-19, y nos vimos limitados en las actividades del evangelio y en nuestra vida diaria. Sin embargo, el evangelio no se detuvo, sino que incluso llegó a la región amazónica del Perú.

    El que desempeñó el papel catalizador fue el hermano Germán. La selva amazónica, que funciona como pulmón de la tierra, es grande; abarca Brasil, Perú y Bolivia. Nuestro hermano, que es maestro en Cayamas, visitó a su hija que está en Piura, y de regreso se quedó en casa de su primo que vive en Chiclayo, capital de Lambayeque, debido a la restricción de desplazamiento por la COVID-19. Afortunadamente, escuchó la verdad a través de su primo, que es nuestro miembro de Sion, y aceptó la verdad, mostrando mucho interés. El hermano aceptó la palabra de Dios como una esponja que absorbe el agua, e incluso caminó hasta Sion durante una hora, acompañado por la familia de su primo, deseoso de conocer la verdad. Como la restricción se prolongó a diferencia de lo que esperábamos, se quedó en Chiclayo, estudiando la Biblia durante unos dos meses, y creció rápidamente como obrero del evangelio. A mediados de julio, regresó a su ciudad natal con una fuerte determinación de guardar su fe incluso después de su regreso.

    El hermano predicó la verdad con diligencia tan pronto como llegó a casa. Para nuestra sorpresa, nos llamó al cabo de una semana y nos dijo que decenas de pobladores de su ciudad natal y personas de otros pueblos querían bautizarse. De inmediato, programamos encontrarnos con él a principios de agosto en Santa María, donde era mayor el número de personas que querían recibir la verdad. Algo que nos molestó fue que no había transporte debido a la restricción; ni siquiera los autobuses tenían permitido ir a la región amazónica. Primero, oramos al Padre y a la Madre y decidimos ver lo que sucedería.

    De hecho, Dios abrió todo el camino. Uno de nuestros miembros se ofreció como voluntario para llevarnos. Al mismo tiempo, el hermano Germán volvió a llamarnos, diciendo que había una casa en Nieva, que está más cerca que Santa María, por lo que nos esperaría allí. Tardamos doce horas en automóvil hasta Nieva. Partimos de Chiclayo a las 8 a. m.

    A medida que nos acercábamos a la Amazonía, empezó a llover. Comencé a preocuparme; todo el equipaje cargado en la parte trasera del automóvil estaba empapado por la lluvia, y no pudimos salir de la selva tropical hasta las 9 p. m. pese a que condujimos por el camino forestal por más de cinco horas. Pensando que habíamos tomado el camino equivocado, preguntamos a la gente que transitaba, pero solo nos dijeron que avanzáramos. La lluvia se hizo cada vez más intensa. Pensé que tendríamos que hacer una pausa, pero el miembro que conducía el automóvil nos animó diciéndonos que debíamos llegar al punto de encuentro al día siguiente por la mañana.

    Afortunadamente, la lluvia cesó y condujimos una hora más para llegar a Nieva. Sin tiempo para relajarnos, tuvimos un problema. No pudimos comunicarnos con el hermano Germán por teléfono. Fue por el problema de comunicación en Nieva. Después de muchos intentos, apenas pudimos contactarlo al día siguiente a las 6 a. m. Nos esperaban más de veinte almas, que anhelaban con ansias la salvación.

    Después del bautismo, estudiamos la Biblia de inmediato. Dado que los miembros tenían que guardar su fe solos en cuanto nos marcháramos, hicimos todo lo posible por explicar los versículos uno por uno. Como solo había una lámpara solar, los miembros estudiaron la Biblia a la luz de las velas hasta altas horas de la noche.

    Al día siguiente, dos almas más recibieron una nueva vida antes del culto de la mañana del Día de Reposo. La hija del hermano Germán asistió al estudio bíblico después del culto de la mañana y se convirtió en hija de Dios después del culto de la tarde. Nos conmovió profundamente que la fe de los miembros en nuestro Padre y nuestra Madre celestiales creciera a medida que estudiábamos la Biblia. Por la noche, el hermano Germán dirigió el culto. Él también era un miembro nuevo que había recibido la verdad hacía unos meses, pero debía cuidar a los miembros aquí y llevar a cabo los cultos a partir de ahora. Después de guardar el culto con solemnidad, compartió su entendimiento del sacrificio del Padre y la Madre celestiales; ya era un gran obrero del evangelio.

    El hermano dijo que antes de conocer la verdad, había estado en muchas iglesias, buscando la verdad, y en el momento en que escuchó acerca de Jesús en su segunda venida y la Madre celestial, pensó que esta era la verdadera iglesia. Mientras escuchaba su historia, pensé en los miembros de la familia celestial que están buscando la verdad en todo el mundo. Una vez más me di cuenta de que toda la obra del evangelio marcha sin falta conforme a la voluntad de Dios. Incluso en una situación en que parece difícil predicar, Dios está cumpliendo su plan de salvación ya establecido para toda la humanidad. Lo demostró guiando al hermano a la región amazónica y permitiéndole predicar allí.

    Sin desanimarme en una situación difícil, me dedicaré al evangelio, pensando en la familia celestial que espera la verdad. Quiero esforzarme por el evangelio de todas las formas posibles día tras día. Permítanme presentarles la fragancia de Sion del hermano, que me dio una profunda comprensión, para terminar mi escrito.

    Realmente estoy lleno de gratitud. Antes de conocer al Padre y a la Madre, había estado en muchas iglesias y religiones, deseando ser salvo. Habiendo participado en todo tipo de religiones durante mucho tiempo, ninguna de ellas pudo convencerme de la salvación, así que busqué la verdad nuevamente. Entretanto, tuve que ir a otra región antes de que estallara la pandemia de la COVID-19. Creo que fue la voluntad de Dios para guiarme.

    Al escuchar acerca de la existencia del Padre y la Madre celestiales, sentí que un rayo de luz brilló sobre mi alma. Pensé: “La verdad está aquí”, y cada vez que estudiaba la Biblia, podía sentir que estaba ampliando mi punto de vista espiritual.

    Tengo la convicción de que he encontrado el camino de la verdad, que había estado buscando, y que estoy en él. El Padre y la Madre, los Salvadores de la época del Espíritu Santo, han abierto este camino al restaurar la Pascua, y es el camino correcto al que solo pueden llegar aquellos que recibieron el sello de Dios a través de la Pascua.

    Tengo muchas cosas que aprender, pero sé que el Padre y la Madre nos dan la vida y que son los Dioses que nos conceden la herencia del cielo. Ahora deseo predicar estas buenas nuevas a muchas otras personas para que ellos también puedan ser salvos. La bendición que recibí en Nieva es mi primer paso.

    Doy gracias al Padre y a la Madre celestiales por permitirme predicar en mi ciudad natal. “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Jn. 14:15). De acuerdo con las palabras de Dios, continuaré guardando sus mandamientos con mis hermanos. Predicar en mi ciudad natal fue un milagro, y creo que pronto ocurrirá el milagro más grande de establecer Sion en este lugar. No me detendré aquí, y seguiré predicando el evangelio. Dado que la Biblia dice que el evangelio de Dios se predicará hasta lo último de la tierra, debemos predicar incluso a los nativos y otras tribus de la Amazonía.

    Madre celestial, por favor permita que ellos también encuentren el camino seguro de la verdad. Creo que Usted está con nosotros en esta tierra, escucha nuestras oraciones y nos bendice.
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