Los recuerdos conservados comienzan a desvanecerse con el tiempo. Los recuerdos detallados que alguna vez fueron tan claros, ahora se han vuelto borrosos y confusos. De repente, los recuerdos que una vez conocí ahora se sienten diferentes.
Hay una teoría que apoya este fenómeno: la “teoría de la decadencia”. La teoría propone que la memoria se desvanece debido al paso del tiempo. Cuando un individuo aprende algo nuevo, se crea un “rastro de memoria” neuroquímico. Sin embargo, con el tiempo este rastro de memoria se desintegra lentamente, la información almacenada en el cerebro se vuelve menos disponible para encontrarse y la fuerza de la memoria comienza a desaparecer.
A pesar de esta teoría, llegué a pensar en el recuerdo que tengo, que no desaparece. En cambio, la verdad del nuevo pacto se fortalece cada día. El Padre y la Madre celestiales grabaron profundamente su amor, sacrificio y verdad en mi alma. Como Dios dijo: “Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré” (He. 8:7-10), el recuerdo de Dios no puede decaer porque está grabado en las tablas de mi corazón.
Tampoco puedo dejar de mencionar mis recuerdos con la Madre celestial durante mi visita a Corea como miembro del 66.º Grupo de Visita del Extranjero en 2016. A medida que pasan los años, los preciosos momentos que pasé con la Madre celestial se vuelven cada vez más vívidos. Son los recuerdos que me dan fuerza para superar dificultades y caminar con la Madre celestial en nuestro viaje de regreso al reino de los cielos.
La teoría de la decadencia solo puede aplicarse a la memoria en nuestro cerebro, pero no a lo que el Padre y la Madre han escrito en las tablas de nuestros corazones. Mantendré vivos en mi corazón la verdad y el amor del Padre y la Madre estudiando la palabra de Dios con entusiasmo, orando mucho y predicando con pasión.