Iniciar sesión
Menu

Entendimiento

El poder de la práctica

2025.1145
  • Tamaño de letra



  • Desde hace unos años, he estado aprendiendo a tocar violonchelo. Sin embargo, a pesar de mi sueño de unirme a la orquesta en Sion, no he practicado con la diligencia que debería, escondiéndome a menudo detrás de la excusa de una agenda apretada. Mi maestro de violonchelo siempre hablaba con amabilidad y me ofrecía generosos elogios, pero cada vez que mi falta de habilidad se hacía evidente, no podía evitar sentir vergüenza. Antes de las clases, a menudo comenzaba diciendo: -No tuve tiempo la semana pasada-, como si buscara perdón. Y cuando mi maestro posponía una lección por un asunto urgente, sentía un inesperado alivio.

    Recientemente me di cuenta de que era hora de acabar con este hábito. Así que decidí levantarme bien temprano y practicar el violonchelo al menos treinta minutos durante seis días a la semana. Me prometí un pequeño pastel como recompensa si lograba mantener esta rutina durante tres semanas.

    Al principio, las sesiones de práctica parecían largas. Después de tocar algunas veces la pieza que me asignó como tarea, no sabía qué hacer durante el tiempo restante. Cuando sonaba el temporizador marcando los treinta minutos, sentía alivio por habercompletado la misión del día y guardaba mi violonchelo en su estuche.

    Sin embargo, con el paso del tiempo, comencé a concentrarme más en la práctica. Los treinta minutos pasaban rápidamente, y a veces continuaba durante treinta y cinco o incluso cuarenta. Cada mañana me despertaba con entusiasmo y me dedicaba con más pasión. Cuando llegaba el momento de terminar la práctica, se me ocurrían nuevas formas de mejorar. Un domingo, me concentré tanto que pasó una hora sin darme cuenta. Al principio me preocupaba cómo seguir manteniendo la motivación después de tres semanas, pero cuando ese tiempo estaba por terminar, me enamoré completamente de la práctica: la práctica misma se había convertido en mi recompensa.

    Mi actitud hacia las clases también ha cambiado. Antes, siempre me ponía nervioso al tocar frente a mi maestro. Pero después de comprometerme a practicar todos los días y saber que realmente había hecho mi mejor esfuerzo, comencé a esperar con entusiasmo cada clase. Cada vez que comenzaba una lección, le saludaba diciendo: —Maestro, tenía muchas ganas de verlo.—

    Recordé la enseñanza de nuestro Padre celestial: —la fidelidad a Dios se demuestra mediante la práctica—. Aunque sabía que todavía me faltaba lo necesario para entrar al cielo, no me había esforzado verdaderamente por practicar ni perseverar. Me pregunté si realmente había estado esperando con alegría el día de regresar a mi hogar celestial, o si simplemente me conformaba con el hecho de haber pasado otro día. A partir de ahora, pondré en práctica las enseñanzas de nuestro Padre con diligencia, para que cuando llegue el día de recibirlo, pueda decir con confianza: —He anhelado verlo.—
    Ver más
    Atrás
    Top