“¿Quieres caquis?” Mi papá me hacía la misma pregunta cada vez que los visitaba. “Sí, por favor.” Apenas terminaba de decir esto, se levantaba a pesar de que le dolía el cuerpo, y traía caquis maduros en ambas manos. Podía sentir el fresco viento de los caquis, que sabían muy dulces y frescos. Las comía de un bocado en ese momento y también después. Cuando mi papá falleció, no podía conseguir caquis tan deliciosos como los que él solía darme. Probablemente porque otros caquis no contenían el amor de mi padre. Cuando lo pienso, mi papá siempre me mostraba su amor inmutable. Pero poco a poco me alejé de él mientras crecía. Es probable que él lo supiera; cuando conversábamos por teléfono, solo me preguntaba cómo estaba y decía: “¿Quieres hablar con mamá?”. Entonces le pasaba el teléfono a ella. Creo que mi papá quería enviarme un mensaje silencioso cuando me daba caquis, al sentir que estaba creciendo lejos de él. Quizás quería decirme: “Te amo y te cuido mucho”. Cada vez que llega el invierno, extraño mucho más los momentos en que mi papá solía preguntarme: “¿Quieres caquis?”.
