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El Evangelio del Reino en Todo el Mundo

Jactándonos del Padre y la Madre celestiales todos los días

2020.01131
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  • En enero del año pasado, volé a Aracaju, la capital del estado de Sergipe, en el nordeste de Brasil, para encontrar a nuestros hermanos perdidos del cielo que esperaban ansiosamente las nuevas de salvación. Pensando que no tenía mucho tiempo para quedarme allí, anduve diligentemente a fin de predicar al menos a un alma más. Sin embargo, la gente respondió negativamente al mensaje: “Ya tengo suficiente conocimiento de la palabra de Dios. Ya no necesito estudiar la Biblia”, “La Biblia puede dar testimonio de Dios Madre, pero solo creeré en Dios Padre”, “Esa es su propia interpretación de la Biblia”, etc.

    La mayoría de ellos no querían creer en Dios Madre de quien la Biblia da testimonio. Hubo algunos que mostraron interés, pero fue difícil volver a encontrarlos. Además, era verano y hacía mucho calor, y mi determinación de complacer al Padre y a la Madre celestiales llevando buenos frutos se debilitó con el tiempo.

    “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.” (Gá. 6:9)

    Cada vez que sentía que había alcanzado mi límite, recordaba este versículo. Creí firmemente que Dios me había enviado a ese lugar con cierta voluntad, aunque estaba pasando por dificultades.

    Llegó la fiesta de predicación del Día de Pentecostés. Prediqué con toda mi fuerza con los miembros, con la intención de enfocarme completamente en la fiesta del evangelio, sin pensar en otros asuntos. El quinto día, conocí a una mujer con su hijo en un parque al que iba con frecuencia. Al confirmar la existencia de Dios Madre en la Biblia, quiso estudiar más la palabra de Dios y prometió visitar Sion el próximo Día de Reposo.

    En el Día de Reposo, vino a Sion con sus hijos como lo había prometido. Tenía curiosidad por saber por qué las miembros oran cubriéndose la cabeza con un velo. Después de aprender los mandamientos de Dios uno por uno, pronto recibió una nueva vida con sus dos hijos.

    La nueva hermana amaba Sion porque todo se explicaba a través de la Biblia. En cada Día de Reposo ella traía a Sion a su familia: su esposo, su hermana y su cuñada, a pesar de la larga distancia entre su casa y Sion. Me di cuenta de que los últimos cinco meses fueron el período necesario para esperar con paciencia para encontrarme con estas almas preciosas. Me avergoncé de mí misma por ser impaciente, ansiosa y agotarme sin comprender la profunda voluntad de Dios. Tomé la determinación de convertirme en atalaya del evangelio que predique diligentemente sobre el Padre y la Madre celestiales con gratitud y paciencia en todas las cosas.

    El parque en el que conocí a la hermana es donde predico el evangelio a menudo, así que los comerciantes y residentes de la zona me conocen bien. Me preguntan dónde está la Madre celestial, sin embargo, la Biblia y la creación de Dios dan testimonio de Dios Madre. También es natural que los hijos se jacten de sus padres. Predicaré más diligentemente sobre Dios Elohim como hija del Padre y la Madre celestiales, hasta el día en que todos los hijos celestiales esparcidos por todo el mundo regresen a Sion, escuchando la voz de Dios.
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