Muchas granjas resultaron gravemente dañadas por las copiosas lluvias del verano pasado. Los miembros de Gwangju planearon ayudar a los agricultores en apuros. Teníamos prisa al escuchar que el río Hwangryonggang se había desbordado y que todas las tierras agrícolas e invernaderos de vinilo cercanos estaban inundados.
Al llegar al sitio, nos dividimos en grupos y nos dispersamos en campos e invernaderos de vinilo. Me asignaron limpiar el interior de un invernadero. A medida que se drenaba el agua que llenaba el invernadero, todos los cultivos se lavaron y solo quedaron esparcidos el plástico de desecho y las varillas de hierro por todas partes. Al vernos, la pareja de agricultores se sintió aliviada y nos agradeció por venir, diciendo que no sabían por dónde empezar.
Saqué los pasadores de hierro restantes, quité el plástico de desecho y lo llevé fuera. Con el tiempo, la temperatura dentro del invernadero aumentó y las gotas de sudor corrieron por nuestros rostros. Pero pensando que teníamos que apresurarnos para que los agricultores recuperaran las fuerzas, no pudimos dejar de trabajar ni un instante. Otros miembros también estaban enrojecidos por el calor, pero trabajaron diligentemente. Gracias a eso, el trabajo terminó antes de lo que pensábamos.
Cuando nos despedíamos de la pareja de agricultores, dijeron: “No sabemos cuánto tiempo nos hubiera tomado terminar esto si solo lo hubiéramos intentado los dos. Pero gracias a ustedes, pudimos terminarlo muy rápido. Muchas gracias. Creo que puedo volver a plantar algo”, y se conmovieron hasta las lágrimas. Al ver a la pareja de agricultores preparándose para el nuevo comienzo a pesar de las grandes pruebas, me conmoví mucho.
Yo tampoco me desanimaré ni siquiera en las dificultades, y las aprovecharé como una oportunidad para renovar mi mente. Si aro mi corazón y cultivo gozo, agradecimiento y consideración en él, creo que tendré más esperanza en el cielo.