El aceite de la fe

Antes de emprender un largo viaje, me detuve en una gasolinera. Pensé que medio tanque sería suficiente, así que elegí esa opción. Mientras el combustible se cargaba, aparté la vista un momento, y cuando volví a mirar, el tanque ya estaba lleno hasta el doble de lo planeado. Afortunadamente, la gasolina no se desbordó. Hasta entonces, cada vez que echaba gasolina, la manguera de la bomba se detenía automáticamente, y como nunca había llenado tanta cantidad de combustible, me sorprendió ver que el tanque podía contener tanto.

Después de llenar el tanque por completo, el coche se movía con más suavidad que antes. No fue sino después de recorrer unos setenta kilómetros que la aguja del combustible empezó a descender, mostrando cuán lleno estaba realmente.

Esta experiencia me llevó a reflexionar sobre mi aceite de la fe. Anteriormente, yo creía que había llenado el aceite de mi fe lo suficiente con solo completar la educación en línea para todos los miembros y leyendo una cierta cantidad de los Libros de la Verdad. Pero, ¿qué pasaría si busco la palabra de Dios con mayor profundidad, sin ponerme límites, y la predico con más diligencia en mi vida diaria?

Comprendí que, en el camino de la fe, si lleno mi corazón con el aceite espiritual más allá de mis propios límites, podré avanzar con mayor firmeza hacia el reino de los cielos. Me esforzaré por llenarme más del alimento espiritual y compartir las palabras de Dios con más devoción, cultivando una fe plena y constante.